¿Debo ir al psicólogo?

Antes de contemplar la necesidad de acudir a un/a psicólogo/a, es necesario que te cuestiones si lo que te está ocurriendo es un problema psicológico. Así que, antes de nada, intentemos responder a la siguiente pregunta: ¿qué es un problema psicológico?

Es inevitable que en la vida nos ocurran situaciones desagradables: la muerte de un ser querido, un suspenso en una asignatura, tener problemas con tu pareja, un despido, una lesión física, estrés laboral, y un larguísimo etcétera. De hecho, si te paras a pensarlo, los primeros diez segundos -aproximadamente- de vida de todo ser humano están marcados por una sensación desagradable de falta de aire. No es hasta que la comadrona estimula tus vías respiratorias cuando por fin puedes respirar por tu cuenta. Y, ¿qué haces? Lloras. Por qué el mundo al que has llegado es desagradable, está lleno de sonidos extraños, luces que no sabes interpretar, olores distintos y objetos animados en movimiento -personas- que te tocan y manipulan tu cuerpo mientras te limpian. Es lógico y esperable que vivas esta experiencia con fastidio y emociones intensas y desagradables. Sin embargo, finalmente te entregan a los brazos de tu madre y de pronto te invade una sensación de calma y familiaridad. De repente, reconoces el olor y la voz de la persona que te está sujetando y acunando. Ahora te sientes seguro y protegido, así que la vivencia es más placentera y las emociones se tornan agradables. Fíjate qué anticipo tan ilustrativo de lo que necesariamente será la vida de una persona: una sucesión de momentos y situaciones marcados con una tonalidad emocional, unos pensamientos y un comportamiento distinto y adaptado -o no- a las características y demandas de cada situación y experiencia. 

Entonces, ¿estar viviendo experiencias desagradables es la señal, la pista a la que debes atender para empezar a ir al/la psicólogo/a? No necesariamente. No todas las vivencias desagradables constituyen problemas psicológicos que requieren la atención de un/a psicólogo/a. En cambio, la clave, la señal, la pista, está relacionada con un concepto clave en Psicología: la adaptación al contexto de la persona. ¿Estoy siendo capaz de adaptarme a las nuevas necesidades de mi contexto personal, social, laboral, familiar, etcétera? Esta es la pregunta que debes hacerte. Aunque pueda estar viviendo experiencias negativas, con respuestas emocionales intensas, ¿sigo siendo capaz de funcionar adecuadamente en mi día a día? Aquí está el quid de la cuestión. 

Permíteme un ejemplo para clarificar lo que acabo de decir: imagínate que eres un/a padre/madre de una familia de tres hijos y llevas veinte años trabajando para la misma empresa. Durante ese tiempo, tus compañeros de trabajo se han acabado convirtiendo en tus amigos. Has aprendido a hacer un trabajo, y a hacerlo bien. A ser reconocido por los demás por ello. De hecho, has construido un cierto estatus laboral que, por la fuerza del paso del tiempo, forma ya parte de tu identidad, de quién eres. Además, estás bien recompensado a nivel económico, cosa que te ha permitido cuidar de tu familia debidamente, ir de vacaciones a lugares increíbles, comprar una casa bonita… En definitiva, has tenido una vida laboral mayoritariamente satisfactoria que ha aportado un mayor número de consecuencias positivas que negativas a tu vida. 

Ahora, imagina qué significaría para ti ser despedido de este trabajo y tener que empezar de cero. Imagina el duelo que eso supondría: alejarte en cierta medida de tus amigos-compañeros de trabajo; renunciar al estatus social y laboral que habías construido; aprender a cuidar de tu familia con mucho menos dinero disponible; renunciar a tu rutina de funcionamiento habitual; tener que actualizar tus conocimientos para adaptarte a un mercado laboral que es muy distinto al de hace veinte años; etcétera, etcétera. Esta es una vivencia claramente desagradable y negativa para ti. 

Pero… ¿Es un problema psicológico? ¡Depende! Depende de cómo reacciones a las nuevas exigencias de tu contexto. Es aquí donde cobra relevancia el concepto de adaptación al que hice mención antes. ¿Qué sería una respuesta adaptada o adaptativa ante este revés de la vida? Probablemente, incluiría reacciones como: buscar apoyo en tu pareja, familia y amigos más cercanos; dejarte asesorar por personas conocedoras del mercado laboral actual; hacer esfuerzos por mantener los hábitos saludables que habías integrado en tu día a día (hacer tres comidas al día; hacer deporte de forma regular; cuidar la calidad y cantidad de tu sueño, etc.); empezar la búsqueda activa de empleo; y, muchas otras respuestas o reacciones en la dirección de afrontar el problema actual.  

En cambio, ¿cómo sería una respuesta desadaptada o desadaptativa a este despido? Aislarte socialmente, abandonar tus hábitos saludables, empezar conductas insalubres como incrementar el consumo de alcohol o drogas, evitar el afrontamiento de las consecuencias del problema, y muchas otras respuestas que te alejan de la resolución de un problema. Y son este tipo de reacciones desadaptativas ante situaciones y experiencias desagradables las que hacen que un revés de la vida pueda convertirse en un problema psicológico que sí requiera la ayuda de un/a psicólogo/a

Si te ha ocurrido algo así, si estás ante una disyuntiva que te parece irresoluble, si tú o tu entorno percibe que estás respondiendo de forma desadaptativa a un acontecimiento o a un conjunto de acontecimientos y esto interfiere de forma importante en tu funcionamiento habitual a nivel laboral, social, familiar y/o personal, entonces está claro: debes ir al psicólogo.

Recuerda: la vida es un 10% lo que te ocurre y un 90% como respondes a ello

Cuídate mucho. 

Alex Pizarro.

Graduado en Psicología.

Colegiado núm. B-03445 por el Colegio Oficial de Psicólogos de las Islas Baleares.

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